Desde el momento de su conversión, el hermano Carlos de Foucauld recibió la gracia de una profundísima amistad con Cristo.
Y esta amistad le lleva a una espiritualidad que se caracteriza por insistir en una imitación muy realista y muy concreta. Habiendo encontrado a Cristo en la fe, ya no tiene más que un único deseo: ser como él. Por eso querría vivir siempre en Nazaret; dedicarse como Jesús al trabajo manual; ponerse, como él, en el último puesto; amar a los hermanos como él lo hizo.
Por eso el mensaje espiritual de Carlos de Foucauld consiste en ese inmenso amor a la persona de Jesús; un amor que, de evolución en evolución habrá de llevarle a vivir fuera de todo esquema, preocupado únicamente por ser cada vez más, y al mismo tiempo, el hombre de Dios y el amigo de los pobres.