SOTO, W.
San Francisco Javier murio´ con la frustracio´n de no haber conseguido su anhelada entrada en China; la enfermedad se lo impidio´ cuando estaba en la isla de Shangchun frente a las costas de China, tierra a la que seguramente dedico´ su u´ltima mirada. En los an~os siguientes otros jesuitas consiguieron ingresar en ese impenetrable mundo, adoptando su lengua y cultura para intentar expresar en ellas la fe cristiana; y al mismo tiempo que llevaban a cabo su labor misionera, los jesuitas realizaron los primeros intercambios culturales, cienti´ficos y tecnolo´gicos entre Occidente y China.
El principal evangelizador que piso´ China fue Mateo Ricci, pero con e´l iba otro jesuita cuya va- li´a y trascendencia ha quedado ensombrecida por el gran maestro. Este misionero, el espan~ol Diego de Pantoja, nacido en Valdemoro (Madrid), no solo llego´ a China sino que consiguio´ instalarse en Peki´n y alcanzo´ el favor emperador, quien le autorizo´ la construccio´n de un cementerio en el que enterrar a Ricci.
Diego de Pantoja murio´ en Macao hace hoy 450 an~os, conmemoracio´n que ha motivado a un grupo de jesuitas a preparar este libro, con el que hacen una contribucio´n insuperable para sacarlo de la sombra y poner de relieve una figura histo´rica pra´cticamente desconocida, que se convierte en una magni´fica contribucio´n para el entendimiento entre estas dos culturas.
Del Prólogo de Federico Lombardi
Todos los jesuitas deben sentirse orgullosos de este hermano suyo, pero particularmente los espan~oles. Si fue un navarro espan~ol, san Francisco Javier, quien abrio´ el camino de las misiones de Oriente y murio´ a las puertas de China, y si despue´s de e´l otros jesuitas espan~oles han intentado en vano ingresar en el gran «Reino Medio», entonces herme´ticamente cerrado a los extranjeros, es otro espan~ol, Diego de Pantoja, uno de los primeros en alcanzar el destino tan deseado de Beijing, como compan~ero y colaborador del padre Matteo Ricci, al entrar en la corte del Emperador, estableciendo relaciones con los eruditas chinos y dando a la misio´n la estabilidad de asentamiento que hasta entonces no habi´a conseguido.