JUAN CRISÓSTOMO
La extraordinaria elocuencia que mostraba en su predicación le valió a nuestro autor el apelativo de Crisóstomo, "boca de oro", con el cual ha pasado a la posteridad como uno de los más grandes oradores de la cristiandad.
Juan nació en Antioquía, hacia el año 344, en el seno de una familia cristiana noble. Después de una breve pero intensa experiencia ascética fue ordenado sacerdote y el obispo le encargó de la predicación en la iglesia principal de su ciudad. Fue durante estos años felices cuando predicó sus más famosas homilías. A la muerte de Nectario, patriarca de Constantinopla, Juan fue elegido para ocupar este sede, aunque él no lo deseaba. Comenzó así un largo calvario en su vida por el enfrentamiento inevitable que se produjo, por una parte dentro de la diócesis -cuando quiso reformar al relajado clero-, y por otra con las autoridades civiles, debido a las costumbres mundanas que reinaban en la corte imperial, tan lejanas del modelo de vida cristiana que él presentaba en su predicación. Después de una larga serie de vicisitudes murió en el destierro, en el año 407.
Las Homilías sobre el Evangelio de san Juan son una obra maestra, comparable sólo a los otros dos comentarios a dicho Evangelio: el de Agustín y el de Orígenes. Crisóstomo se esfuerza sobre todo en poner de relieve el sentido literal e histórico del texto, así como el espiritual. Es uno de los padres que mejor esclarecen el contenido de las Escrituras de manera a la vez profunda y práctica. Podemos decir que todos sus discursos se dirigían a algo esencial: llevar a las gentes a la práctica del Evangelio sin medias tintas; llevar la vida evangélica en medio del pueblo, entre gentes de todas las profesiones y estados, en las familias y en las ciudades.
La presente traducción es la primera versión íntegra de la obra que se publica en castellano.