LUCIANA FRASSATI
¿Qué tuvo este joven para que se ofreciese como ejemplo de santidad ante los jóvenes de nuestra época? ¿Este chico que muere con 24 años puede ser ya modelo de santidad? Una pregunta que muchos nos hicimos cuando San Juan Pablo II proclamaba beato a Pier Giorgio Frassati, y más tarde, patrón de las Jornadas mundiales de la juventud. ¿Qué había visto el gran Papa en este chico? ¿Qué escondía la vida de este hombre de las ocho bienaventuranzas? A través de la amistad, el servicio, la vida de piedad, el estudio y la familia, Pier Giorgio hizo de su vida una ofrenda agradable a Dios, sin cosas extraordinarias. La vida de Pier Giorgio Frassati nos ha sido dada por Dios para descubrir que también en lo cotidiano se juega la grandeza de la santidad. Más aún, nos dice que para el cristiano toda vida ordinaria se hace aventura de vida extraordinaria, pues ahí podemos encontrar los caminos para ser santos, para ser como Dios nos quiere. Este joven beato nos acerca la grandeza de la santidad a nuestras calles, a nuestra vida cotidiana. Por eso la vida de este italiano se vuelve imprescindible a nuestros jóvenes, que pueden caer en la tentación de que sus vidas no son los suficientemente extraordinarias para ser la vida de un santo. No es así, todos podemos encontrar aquí y ahora nuestra santidad, porque Dios lo quiere y lo ha pensado ya para nosotros; una santidad única, pues será tu santidad, mi santidad. Este fue el mensaje que nos dejo San Juan Pablo II cuando beatificó a Pier Giorgio. Y la lectura de este libro que narra sus últimos días nos acerca a esta santidad ordinaria latente en todos los corazones de los jóvenes, y nos ayuda a buscar las cimas más altas de la santidad a través de la ayuda de Pier Giorgio Frassati. Del prólogo de Mons. José Ignacio Munilla Obispo de San Sebastián