Jesús es un varón que habitualmente vive rodeado de varones, pero son muy frecuentes en el Evangelio sus encuentros con mujeres. En esos pasajes se advierte esa admiración varonil ante ellas, pues tienen una gran expresividad, como llorar a sus pies, ungirle con óleo en una cena, expresando el dolor ante la muerte de un hermano, desde su vida matrimonial fácil o difícil, en el pecado, etc. La viveza de las conversaciones nos permite conocer mejor a Jesús, pero también nos acerca a la mujer
real no como algo abstracto o ideal sino como vida.
Al final del libro se intenta observar la relación de María con José y de hombre y mujer desde su profundidad más honda que es la Santísima Trinidad.