FIERRO BARDAJI, ALFREDO
Introducción
Educación
Grados de la enseñanza
Vuelta al cole
Educar, aprender, ¿estudiar?
El grupo aula
Cuadrar la educación
De mayores
Zona de desarrollo
Matemáticas
Moralidades
La espuma
Cuídate
Consejos apócrifos
Los tres dones
Desarrollo moral
Lema en tres colores
Educación en (inversión de) valores
Aprendizajes
Aprender a pensar
Aprender a convivir
Aprender a querer
Aprender a perder
Aprender a decidir(se)
Aprender a reír
Aprender a mirar
Aprender unos de otros
Aprender a aprender
Anatomía
La cabeza
Ojos, nariz, oídos
Labios
Las manos
El corazón
Aparato digestivo
Sexo
Piernas/pies
La piel
Consejos
Sabiduría y discernimiento
Consejos mínimos
La cigarra y la hormiga
Mandamientos que son lámparas
Cambio de hora
Resiliencia
Respuesta salomónica
Cordura
Reprender
Amarse y «amasarse»
Libros maestros
Antología
Para una isla desierta
Cambiar de piel
Vida nueva
La sortija
Nadie es perfecto
Como niños
No ya niños
Cariño
Bienaventuranzas apócrifas
Navidades
Fiestas
Cómo gestionar la Navidad
Desenmarañar
Diciembre
Qohélet
Iconos
Otros santos
Teresa Martin
Edith
Monseñor Romero
Sandra y Chiara
En la periferia
Utopía
Vida por vida
De cine
Obras
Obras de solidaridad
Los que ya no están
Todos los Santos
Consolar al triste
Ofensas y perdones
Hoponopono
Paciencia
Hospitalidad
Pandemia
La tormenta
Inhabitual vuelta al cole
Sálvese quien pueda
Restablecerse
Escolaridad difícil
Un año
Del yo al nosotros
Cuídate mucho
Pandemia y guerra
Coda
Tricentenario
La educación de las jóvenes generaciones se halla en manos no solo de los padres, sino también de la escuela #el colegio, el instituto#, en estrecha cooperación con ellos; una escuela que ha de ser educadora, moralmente educativa y no solo instructora o enseñante. En ella, el maestro o maestra, los tutores, los profesores son más importantes que los recursos didácticos #por necesarios que estos sean# en la formación de los alumnos. No importa cuál sea el área o disciplina de su docencia, ellos tienen misión educadora: han de educar moralmente y, desde luego, educar en compañerismo y convivencia dentro del aula.
Educar no es imponer ni adoctrinar; es extraer de las personas lo mejor de sí mismas, de su potencial. Es la tarea de todo maestro, de todo profesor, no solo del tutor o la tutora. Hay áreas donde esa tarea se halla en primerísimo plano; pero todos los ámbitos son susceptibles de un abordaje educativo y no solo instructivo.
A niños y adolescentes se les educa para que no sigan siendo menores de edad, antes al contrario, para que crezcan, maduren. De ahí la paradoja de toda educación: hay que enseñar a vivir en el presente y a la vez en el futuro, tras la edad actual. No es la cuadratura del círculo, pero sí se requiere fineza para cuadrarlo.