Introducción. La «locura» de la pastoral 1. El futuro de la Iglesia. Sin jóvenes y sin mujeres1. Jóvenes y fe. ¡Y con esto lo he dicho todo!2. La fuga de las mujeres de cuarenta años3. Cuestiones de futuro 2. El punto muerto: «Responder a preguntas que nadie se hace» (Evangelii gaudium 155)1. El cambio de época2. Preguntas que nadie se hace ya 3. El cambio de época. La emancipación del hombre común1. Ya no necesitamos a Dios2. Ya no necesitamos una verdad única3. Ya no necesitamos la naturaleza y sus leyes4. Ya no necesitamos destinos marcados5. Ya no necesitamos el vínculo de la ley6. Ya no necesitamos pertenencia social 4. Idolatría de la juventud. Una «revolución copernicana»1. El peso de los inmortales2. Nunca hemos sido tan libres3. Adoración de la juventud 5. Sé adulto y serás cristiano. La gran apuesta1. Dar luz a la vida adulta2. Recuerda que has de morir3. Viva María4. Nadie viene al mundo sin pecado 6. Sé cristiano y serás adulto. Dar un giro radical1. El escollo sin detectar2. El golpe de gracia3. Aquí se llega a ser cristiano 7. La alegría de dar alegría. Para no tirar al niño con el agua del baño1. Sin adultos2. La alegría de dar alegría3. La carencia más grande4. Dar a luz a adultos que sirvan 8. Cambio de mentalidad pastoral. Del túnel a la intersección1. Pastoral del embudo2. Pastoral del encuentro 9. La palanca de Arquímedes: Jesús, el hombre de la alegría y la alegría del hombre1. Jesús, adulto para siempre2. Dejarse contemplar 10. La Iglesia del futuro. Diez cosas que se pueden hacer ya1. Aquí nos convertimos en cristianos2. ¡Jesús no es Papá Noel!3. Nunca sin los demás4. Encuentra una rosa y te encontrarás a ti mismo5. La gran profecía: los jóvenes son la respuesta6. Mens sana in corpore sano7. ¿Comunidad de recuperación o recuperación de la comunidad?8. ¿Está actualizada la web de la parroquia?9. Los últimos partisanos10. Los cantos son más importantes que la homilía
Este estudio propone a los creyentes una «revolución copernicana» de la mentalidad pastoral: desde el compromiso orientado a acompañar a las nuevas generaciones a entrar por la que fuera la «puerta estrecha» de la edad adulta, para la que precisamente la religión cristiana ofrecía palabras de aliento y consuelo, hasta una tarea de acompañamiento para todos -niños, jóvenes, adultos e incluso algún anciano- a encontrarse con Jesús: el hombre de la alegría y la alegría del hombre. La propuesta es, pues, muy resumidamente, la de pasar de un cristianismo de la consolación a un cristianismo del enamoramiento, gracias al cual podamos enamorarnos de Jesús y convertirnos en cristianos.