VICENTE CÁRCEL ORTÍ
Pío XII (Eugenio Pacelli) atravesó los años más difíciles de la historia europea y mundial del siglo xx. Llegó a la suprema responsabilidad en la Iglesia con una larga experiencia diplomática. Su figura, en un período crucial para la historia del mundo, permaneció erguida al frente de la gran fuerza del catolicismo mundial, llamando la atención por la austeridad de su vida, por los aciertos en el gobierno de la Iglesia, por su actuación y sobre los problemas políticos del mundo. Todos tuvieron que reconocerlo y hasta las mismas diatribas de los adversarios del Vaticano ?como los ataques de la prensa comunista y anticlerical? fueron argumentos potentísimos que agrandaron el papel desarrollado por Pío XII.
Su voz, solitaria en el silencio y en la oscuridad en la que cayó Europa, fue la del único soberano del continente que tuvo la valentía de pedir el respeto a los tratados, el fin de las agresiones, un trato igual para las minorías y el cese de la persecución religiosa. Nadie más que Pío XII fue capaz de hablar en favor de la paz.
Este libro, dividido en dos partes, ofrece en la primera una síntesis de su pontificado, destacando sus intentos para evitar la Segunda Guerra, sus intervenciones públicas contra el conflicto, la labor humanitaria de la Santa Sede, la lucha del Papa contra el paganismo y el ateísmo, y frente al comunismo. En la segunda, centrada en lo que es el título del libro, se afirma que Pío XII hizo más gestiones en defensa de los judíos que cualquier organización humanitaria; se documenta la gran obra de asistencia en favor de los judíos y se analiza la leyenda negra sobre la actitud de Pío XII. Se contesta a la pregunta ¿cuándo nació dicha leyenda y cuáles pueden haber sido sus las causas? Se aportan testimonios de judíos sobre el Papa y los más recientes documentos que confirman que ayudó generosamente a los hebreos. A Pío XII se le ha acusado de silencio ante aquella tragedia, pero él llegó a la conclusión de que un acto de protesta pública por su parte no habría conseguido el mínimo resultado y ciertamente habría agravado la persecución. Además, una protesta pública habría impedido a la Iglesia llevar adelante su obra escondida de asistencia a los hebreos.