GARRIDO GOITIA, JAVIER
Prólogo
I. DON
1. Experiencias que marcan
2. Luz interior
3. Cara a cara con Dios
4. Proceso humano y espiritual
5. Pertenencia y obediencia
6. Uno y único
7. Como Jesús
8. Se retiraba a orar
9. Islas en comunión
10. Silencio
11. Sentido de Iglesia
12. Sentido del otro
13. ?No juzguéis?
14. Sentido del Reino
15. El tesoro
16. Ser persona
17. ?Dios mío y mi todo?
II. DRAMÁTICA
18. Deseo
19. Resistencias y huidas
20. La tentación del aislamiento
21. Corazón ensanchado
22. La tentación del narcisismo
23. La tentación de la autosuficiencia
24. El pecado de incredulidad
25. Distanciamiento inevitable
26. Libertad y obediencia
27. Secretos necesarios
28. Desapropiaciones
29. Purificaciones
30. ?Nada te turbe?
31. No saber, no planear
32. Conmigo y contra mí
33. Se sufre solo
34. Corazón insondable
III. EXISTENCIA
35. Camino y casa
36. Descanso del corazón
37. Agradecimiento humilde
38. La vida va por dentro
39. La verdad está fuera
40. Ni qué, ni cómo
41. ?En lo escondido?
42. En la rutina de lo ordinario
43. Inmediatez y mediaciones
44. Intimidad
45. Eucaristía
46. Ser en Jesús
47. Soledad y celibato
48. Afectividad una y diferenciada
49. Misión personal
50. Dar paso
51. Nostalgia y obediencia
52. Falta todavía la unificación
53. ?A solas con mi querido?
54. Toques especiales
55. Al atardecer de la vida
56. Intercesión
57. Se muere solo y en comunión
58. La última desapropiación
59. Alegría
60. Esperanza del cielo
Epílogo. La gloria de Dios
La soledad habitada es una experiencia peculiar de la vida cristiana, plataforma normal del desarrollo y la consolidación de la vida teologal. Cuando Dios toma la iniciativa en la existencia de un creyente y su amor comienza a ocupar el corazón, da una conciencia nueva de sí a la persona, lo resitúa todo, lo purifica y transforma.
Este libro de notas espirituales prolonga y ahonda aquel Ni santo ni mediocre (1992), que nació de la reflexión y la experiencia de la crisis de realismo. Y es previo a Relectura de san Juan de la Cruz (2002). Habla del predominio de la vida teologal, apoyándose en el maestro carmelitano.
Describe lo que ocurre y se pregunta qué lleva Dios entre manos cuando nos introduce en esta soledad. Un paso decisivo en el camino del seguimiento de Jesús.
La soledad está habitada porque es amor. Esta soledad habitada nace de la llamada al amor mayor y mejor, el amor teologal. Responde al deseo más íntimo del corazón del Padre: habitar entre los hijos de los hombres. El amor del Señor nos busca apasionadamente y logra, por fin, ser en nosotros y nosotros en Él.
Los capítulos son breves, con géneros literarios variados, con la intención clara de suscitar reflexión y oración. El pensamiento sistemático está sugerido, pero subordinado a las conexiones del corazón y de la experiencia viva.