EYMAR, CARLOS
A partir del conocido texto mesiánico de Isaías (Is 11, 2-3), la Iglesia, desde los
tiempos de Justino, ha venido desarrollando y enseñando la doctrina de los
siete dones del Espíritu Santo, hasta incorporarla a su magisterio ordinario.
Teresa de Jesús enriquece esta tradición ya que sus textos esconden una rica
Pneumatología implícita y la vivencia del Espíritu Santo como don septiforme.
En estas páginas se trata de mostrar cómo el itinerario existencial que sugieren
Las Moradas, se entrecruza y sigue el mismo sentido ascensional que los siete
dones del Espíritu, desde la base del don de temor hasta las cumbres del don
de sabiduría. Poner este acento en la presencia, la inspiración y la guía del
Espíritu Santo no significa, en modo alguno, atenuar el evidente cristocentrismo
de la mística teresiana. Pues el Espíritu Santo es Espíritu de Cristo, beso del
Esposo, que enciende el amor en el alma con un intenso y poderoso fuego.