GAVARRES, ÀNGEL DE LES
La santa de Lisieux prometió pasar su cielo en la tierra hasta el final del mundo. El beato Juan Pablo II dijo de ella que el Espíritu de Dios permitió a su corazón revelar directamente a los hombres de nuestro tiempo el misterio fundamental, la realidad del Evangelio, la verdad más fundamental y más universal: Dios es nuestro Padre, nosotros somos sus hijos. Esta verdad es también de la máxima oportunidad en este momento en que el mundo necesita y está en busca de certezas. Estas páginas quisieran exponer el caminito teresiano con palabras nuevas y razones intrínsecas; mostrar igualmente que conduce a una auténtica santidad contrastada con la doctrina de san Juan de la Cruz. Dos prototipos de segundo orden, su hermana Celina y su novicia preferidad, apoyan lo dicho.