«Me ha gustado mucho la imagen de este proceso como un fuego que poco a poco se ha encendido. Recuerda el gran deseo del Señor: He venido a traer fuego a la tierra; ¡y cómo quisiera que ya estuviera encendido! (Lc 12,49). Es ciertamente el fuego del amor de Dios, el fuego que ilumina y calienta a todo hombre. Reunirse en torno al fuego vivo del Sínodo significa reconocer que este acontecimiento fue generador y está destinado a dar abundantes frutos para el bien de todos los jóvenes, sin excluir a nadie.
También yo he anhelado el Sínodo sobre los jóvenes. Era una aspiración de toda la Iglesia, que hice mía con gusto tras la experiencia de los dos Sínodos sobre la familia y en continuidad con ellos. Hemos vivido una aventura extraordinaria junto a tantos jóvenes.
El texto que tienes en tus manos realmente es interesante y oportuno para estos tiempos. Le dije en broma al padre Sala que es un ladrillo, en el sentido de que es un texto denso, rico y con cuerpo. Pero todos sabemos que las casas sólidas y seguras se construyen sobre roca y con ladrillos, ¡no sobre arena y con cartón!
Para encender un fuego que dure en el tiempo, no basta con la paja, sino que se necesita madera bien seca. Se necesitan alimentos sanos y nutritivos para crecer, no sólo bocadillos llenos de conservantes. Del mismo modo, el pensamiento también necesita solidez, especialmente en estos tiempos tan líquidos, en los que todo pasa con extrema facilidad y superficialidad. Creo que Don Bosco se alegrará de esta obra, que seguramente podrá ayudar a muchos a entrar en el espíritu del Sínodo sobre los jóvenes y a orientarse en un mundo que cambia rápidamente». (De la Invitación a la lectura del PAPA FRANCISCO)