Necesitaba orar. Acercarme a ti. Y corrí buscando ese campo que sembraste de árboles que crían frutos de verdades y amor. Fui buscando y no lo hallaba. Pregunté y pregunté. ¿Dónde te escondes, mi Dios? Me dijeron tu casa estaba muy alta y me fui a las Moradas de la mística y en la bajura de un templo te encontré.